HOTEL
Por Roberto Baños Villalba
Aquel Hotel
tenía un trajín casi continuo.
Clientes de
todas clases y condiciones se mezclaban en idas y venidas preguntando por alguien,
buscando la centralita de teléfonos, pidiendo información, pagando la cuenta,
localizando la cafetería, saliendo y entrando por las puertas de los ascensores
o caminando hacia un salón de reuniones.
Entre todo
aquel revoltijo de gente y maletas, había algo que hacía que aquella Torre de
Babel no se desmoronase. Era el personal del Hotel, que diligentemente y como si
de una tarea mecánica se tratase, distribuía, indicaba u ordenaba recoger un
determinado equipaje, etc., para que cada cliente fuera apaciguándose y “la
puré” (término hotelero que significa estar justo en el momento álgido de más
trabajo ) pasara, ya que a continuación vendría la calma, y el trabajo sería
más reposado una vez que estuviesen en el lugar que deseaban.