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domingo, 1 de junio de 2014

ROBERTO BAÑOS VILLALBA: La rotativa


ROBERTO BAÑOS VILLALBA


LA ROTATIVA

ROTATIVAS

Tenía ¡por fin! El artículo de su vida. Acababa de obtener una confidencia que ponía en su mano la llave para un artículo de primera página.

Llevaba más de dos años investigando una serie de operaciones a gran escala que uno de los banqueros más importantes del país realizaba desde la sombra. Éste, se alió con personas de alto rango político, cuyo tráfico de influencias era notorio y de auténtico resultado positivo para sus propósitos.

Una serie de compañías ligadas a otras dentro y fuera del país, hacían que a poco de adentrarse en el enmarañado negocio, uno se perdiera entre tanto testaferro y tantas compras y ventas de acciones, no pudiendo saber quién era el propietario y cómo se obtenían las ganancias.

Sabía que era arriesgado lo que hacía y que en un momento dado su vida podría estar en peligro. Gentes del hampa y del narcotráfico se hallaban mezcladas, y era presumible que no perdonarían a un entrometido periodista, sacar una primera página que pudiera dar al traste con sus negocios.


Lo pensó y enseguida lo olvidó. Se puso delante de su ordenador y comenzó a pasar los últimos datos.

A medida que los iba pasando, el rompecabezas tomaba forma, todo se aclaraba y las respuestas aparecían claras y precisas.

Comenzó a dar los últimos retoques al artículo, que prácticamente tenía escrito desde hacía tiempo, a falta de confirmación y pruebas de sus afirmaciones.
Cuando lo terminó y lo leyó se quedó de piedra. Era aún más grave de lo que en un principio parecía. Destapaba toda una trama de negocios sucios que involucraba a personas de relevante y conocida solvencia del país.

Se encaminó a su periódico y pidió hablar con el director.
-                     ¿Qué hay de nuevo? -le preguntó éste-.
-                      No sé si te atreverás -le dijo echando sobre la mesa las cuartillas escritas-.
-                      
El director las tomó y comenzó a leerlas. Su semblante cambió de color y tragó salida apreciablemente. Cuando acabó le miró y le dijo:
-¿Todo esto es así? ¿Tienes pruebas?. ¡Quiero que sepas que te estás jugando el puesto!.

-Bueno,-respondió el periodista- ¿Vale para una primera página? ¿Estás satisfecho de mi trabajo?.

El Jefe tan sólo le dijo:
-Déjame pensarlo, dame tiempo y hablaremos.
- ¡Ni hablar!, llevo dos años con ello y no voy a esperar ni un minuto más. O sale en la primera página, o lo llevo a otro lugar, donde estoy seguro que tendrá una gran acogida. Estoy convencido de que será el artículo de más relevancia de todos los tiempos.

-De acuerdo -contestó el director- déjame repasarlo, vete a casa y te llamaré para darte detalles de cómo se editará.

Apenas hubo salido, el director tomó el teléfono, marcó un número y dijo:
-Hola, tenemos problemas. Sí, ese Peláez acaba de darme “una bomba”. Creo que habrá que eliminarle; lo sabe todo y lo explica con pelos y señales. Tú prepara todo. Ya sabes dónde vive. Sí, que parezca un accidente y lo antes que puedas no sea que se vaya de la lengua y nos la juegue. Acaba de salir de aquí y le he dicho que le llamaré a casa.

Minutos después, una fogata en la papelera del director había convertido en pavesas el mayor escándalo que jamás se hubiera publicado.





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